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Término a la Tarifa de Invierno: “El termino de la Tarifa de Invierno tiene muchas implicancias que tenemos que tener presente”

El reciente anuncio sobre el fin a la tarifa de invierno, realizado en la Cuenta Pública 2023, ha producido un importante debate entre los actores y expertos del sistema eléctrico. En las últimas semanas se han observado diversos puntos de vista, si bien los expertos concuerdan que terminar con esta tarifa podría traer consigo más desafíos que beneficios, impactando además en los hábitos de consumo de los chilenas y chilenos.

Según Sebastián Bernstein, gerente de Comercialización de IMELSA ENERGÍA, es relevante aclarar ciertos puntos ante la ciudadanía, de modo de tomar las decisiones más apropiadas en torno a un ámbito que no sólo es atingente a un costo, sino también a las capacidad técnicas y estructurales de la red eléctrica, así como en eventuales impactos que podrían dañar el medio ambiente.

¿El fin de la Tarifa de Invierno podría influir en el cambio de hábito de las personas frente al consumo eléctrico?

¡Totalmente! Al no contar con la tarifa de invierno se genera un incentivo para el consumo eléctrico. Este mayor consumo produce ineficiencias en el sistema que indudablemente generarán más costos e impacto al medio ambiente.

¿En qué ámbitos se podría ver reflejado aquello?

Las chilenas y chilenos probablemente consumirán más energía, lo cual producirá una mayor demanda del sistema eléctrico en aquellos momentos en que el sistema está más estresado y no cuenta con fuentes renovables de energía. A su vez, esto exigirá fuentes energéticas más contaminantes, provocando de paso un daño al esfuerzo que ha hecho la industria para ser más sustentable, y en general a todos nosotros, producto de estas mayores emisiones a partir de la ineficiencia del uso de la energía.

¿Podríamos estar desembolsando más dinero desde nuestro rol de consumidores, al no existir una tarifa de invierno?

Es muy probable que se traduzca en un alza. El cambio de comportamiento tiene un impacto en las fuentes de energía que se utilizan para producirla, lo que implica un mayor costo de producción que probablemente terminará impactando las siguientes licitaciones eléctricas. Aquello se evidenciará en el largo plazo, si bien hay otros elementos de corto plazo que también impactarán a la tarifa.

Entonces, hay un efecto monetario en relación al fin de la tarifa de invierno, ¿no es cierto?

Ante este tipo de contextos nunca podemos hablar de que esto es blanco o negro, ya que siempre hay matices. Por ejemplo, la tarifa de los clientes residenciales tiene muchos cargos incluidos en el precio, uno de ellos es el de la potencia de horas de punta. Las empresas distribuidoras de electricidad tendrán que socializar un costo más grande de potencia en la tarifa. Esto es simple de explicar porque sin la tarifa de invierno, más personas consumirán energía en hora punta. De este modo, el costo de potencia de las distribuidoras experimentará, de una u otra forma, un incremento. En resumen, todos los consumidores pagaremos más. Y aquello será una realidad que, en el mediano plazo, también incluirá a quienes estén exentos de la tarifa de invierno.

¿Podría producirse algún otro tipo de cargo monetario, además del que comenta?

¡Sí! Tenemos que tener presente que otro cargo que está incluido en la tarifa de los clientes residenciales es el de la demanda suministrada, que paga las instalaciones que la distribuidora debe construir para llegar a todas las casas. Este consumo ineficiente por parte de los clientes implicará aumentar la capacidad de estas instalaciones, que, si bien un porcentaje muy grande del año estarán desocupadas, igual será necesario en las horas peak del invierno. Esta mayor inversión en instalaciones de distribución es reconocida cada 4 años en las tarifas, con lo que la ineficiencia se traducirá en un mayor costo, sin mencionar el desafío para las distribuidoras de aumentar la capacidad en varias zonas críticas en un plazo muy corto, para evitar fallas en el suministro. 

En este respecto, no está claro que las tarifas que actualmente están en proceso de actualizarse contemplen un aumento de inversión significativo, lo que puede poner en peligro la calidad de suministro al verse forzadas las distribuidoras a reaccionar más lento a este cambio de comportamiento. 

Ante los puntos comentados, ¿por qué se busca eliminar la tarifa de invierno? ¿hay una razón política o social?

Creo que la tarifa de invierno y el cargo de potencia de horas de punta han sido una de las políticas de eficiencia energética más duraderas en nuestro país, aportando al desarrollo de sociedad chilena más madura y consciente de sus hábitos de consumo eléctrico. Gracias a ésta, hemos aprendido a distribuir nuestra curva de consumo desde mejores acciones, tanto a nivel domiciliario como empresarial. Los resultados han sido evidentes: una matriz de generación más eficiente y también el haber evitado instalaciones eléctricas ociosas que suelen repercutir en los bolsillos de todos los chilenos. Al no contar con una tarifa especial, aquellas precauciones se podrían perder, con el respectivo retroceso en el uso eficiente de la energía y del Sistema de Eléctrico Nacional. Considero importante que, al eliminar el límite de invierno, se incluyan también otros incentivos para que los logros en el uso eficiente de la energía no se pierdan en el mediano plazo.

¿Se podría decir que este anuncio se sustentó en una decisión desinformada?

El Gobierno, al igual que los anteriores, está comprometido con mejorar la calidad de vida de los chilenos y chilenas. Ahora bien, en este caso si bien la remoción del límite de invierno es una medida que alivia el bolsillo en el corto plazo, y parece apoyar la transición energética, tiene impactos contrarios en el mediano plazo. 

Los artefactos eléctricos de calefacción ya son mucho más baratos que sus contrapartes a combustible, pero el límite de invierno pone restricciones al uso de ellos, lo que abre espacio a otras tecnologías de calefacción más contaminantes.  

Esto en el marco de la transición energética se ve como un paso hacia adelante. Sin embargo, por la matriz energética que tenemos, sólo estamos moviendo la contaminación de los hogares a las zonas de sacrificio del país, al exigir más generación de nuestras fuentes más contaminantes.  

Por eso creo que el objetivo acá es poder analizar la Tarifa de Invierno con mayor profundidad, y en torno a un diálogo que incluya tanto al sector público como privado, y también junto a la academia y la sociedad civil. Esto simplemente se trata de disponer la máxima cantidad de antecedentes posibles, teniendo también muy presente el rol de expertos como representantes y actores del sector dedicado al desarrollo y generación de energía. El término de la Tarifa de Invierno tiene muchas implicancias que tenemos que tener presente.  

Entonces, ¿cómo se debería enfocar la discusión en torno al posible término de la Tarifa de Invierno?

Es clave que podamos sumar nuevas sinergias con todos los actores del sistema eléctrico, para que continuemos en conjunto haciendo posibles nuevos avances. Creo que no se debe perder las eficiencias en el uso de la energía que trae el límite de invierno, por lo que debe ir acompaña de otros incentivos. 

Hay muchas tecnologías de calefacción, que las distribuidoras llevan años tratando de introducir, que permiten el consumo de energía en los horarios que no estresan al sistema, como son los acumuladores de calor, las bombas de calor y otras tecnologías que permiten cargar calor y frío en horarios fuera de las horas de puntas y usarlas en dicho horario. 

Otras tecnologías como los medidores inteligentes y los electrodomésticos inteligentes permiten coordinar el uso de la energía entre todos para que se aprovechen al máximo las instalaciones de energía y la generación con energía renovable. 

La transición energética habla justamente de esto, el mayor consumo de energía viene del aprovechamiento de las tecnologías que hacen el consumo de energía más eficiente y en el paso mejoran nuestra calidad de vida. El remover el límite de invierno de sopetón sin los incentivos para el uso de estas tecnologías es definitivamente un paso en la dirección contraria. 

Sin embargo, todavía tenemos que seguir fortaleciendo espacios de diálogo, justamente para discutir junto a expertos cuáles son las reales implicancias de medidas como el fin a la tarifa de invierno. Lo anterior, teniendo presente el bienestar integral de los consumidores, la definición y aclaración de los principios regulatorios que hay detrás de esta tarifa, y también teniendo presente las posibilidades técnicas de quienes contribuimos a la generación de una fuente energética que es esencial para el desarrollo y crecimiento de nuestro país.